[Diario de un emprendedor]
Capítulo 30: El efecto Mou
Lo tengo “abrasao”, en el fondo lo tengo “abrasao”. Ya ni me contesta a los correos electrónicos. Pero mi trabajo es ese. Quizás, con él, las formas me fallen, pero soy emprendedor y me cuesta mucho ganar el dinero para que luego lleguen otros y nos “lo quiten”. Las formas, en esta sociedad en la que nos movemos, son muy importantes, casi más que el fondo. Desde mi punto de vista es una pena, pero es una realidad.
Por ejemplo, vemos a alguien en el facebook saliéndose un poco de tono, diciendo las cosas por su nombre y lo ponemos a parir, tachándolo/a de medio chiflao. Solemos pensar para nuestros adentros… ¡loco!, ¡éste/a no sabe lo que hace…! ¡mira que poner eso en el face!… y luego “casi” que ya nos da igual ver el telediario, un día cualquiera, donde se suceden los casos de corrupción uno tras otro. Lo aceptamos con una naturalidad pasmosa, así somos…
Volviendo al párrafo uno. Al que tengo abrasao es al pobre chaval de la oficina bancaria. Que es un tío cojonudo, súper majo, muy educado y que siempre me ha tratado muy bien.
Seguramente él es la punta del iceberg, que acaba pagando los platos rotos, en uno de esos días en los que el mal humor te brota desde los pies a la cabeza cuando te aparecen sin avisar una de “esas” comisiones en tu cuenta. Me suele decir que no es su culpa. Que va a hablar con su jefe. O que no puede hacer nada. Quiero creer que no me engaña.
Cuando mi hermana me contrató hace 10 años para trabajar en Eva Rogado, una de las funciones que me encomendó era controlar las cuentas bancarias de la empresa.
En principio parecía una tarea fácil. Poco dinero, pocos problemas.
Mou es un entrenador de fútbol adorado por muchos y odiado por otros tantos. No deja indiferente a nadie y suele ser un tema muy recurrente en las distintas tertulias futbolísticas. Ha desarrollado un método, tanto deportivo como psicológico, en el exprime a sus jugadores, a su equipo de trabajo, al entorno y a los medios de comunicación al 200%.
Capaz de inyectar las dosis necesarias de energía, confianza y motivación en sus plantillas, ha sido el artífice de las victorias en la Champions League del Oporto (Portugal) o del Ínter de Milán (Italia). Sin ser favoritos para ello, ni mucho menos.
Acapara las polémicas en su persona, soportando una gran presión de los medios de comunicación, de los entrenadores rivales y generando conflictos (muchas veces gratuitos) para ser el foco de atención y que sus jugadores estén liberados de esa problemática y se centren en jugar al fútbol. Muchas veces sus equipos son más noticia por la ruedas de prensa que ofrece, o sus disputas con los árbitros, que por practicar un buen fútbol o lograr buenos resultados.
Los métodos de Mou son discutibles sí, pero los resultados están ahí y nadie se los puede negar.
El problema es que este sistema suele funcionar mejor a corto plazo, ya que es muy difícil mantener ese grado de intensidad y polémica a lo largo de 20 temporadas, que fueron las que estuvo Sir Alex Ferguson como entrenador del Manchester United, por poneros un ejemplo. La comparativa me viene al pelo porque precisamente Mou va a ser el próximo manager de los Diablos Rojos.
Es un desgaste brutal, al alcance de muy pocos y se ha convertido en el rey del “cortoplacismo”. Sus proyectos no van mucho más allá de la segunda temporada.
La vida de un emprendedor es una carrera de fondo:
- Nace
- Va creciendo
- Haciendo marca
- Logrando puntos de venta
- Creando relaciones basadas en el largoplacismo.
- Consigue resultados
En nuestro caso, al menos, es lo que intentamos. Tanto con los clientes y proveedores, como con los diferentes stakeholders que rodean a Eva Rogado. Nos “casamos” con ellos e intentamos hacer de esta relación algo provechoso para ambas partes. Lo que viene siendo una relación WIN-WIN. Vamos, que no le suelo echar una bronca a la gente del laboratorio si nos hacen alguna “pifia” con un producto, ni tampoco me suelen llamar los clientes “increpándome” cuando me equivoco en una factura o giro mal una remesa.
Sí, sí, sé que hay que trabajar con 3 bancos, con 3 laboratorios, tener 3 empresas que te hagan las cajas, conocer a 4 transportistas… y poder presionar a unos y otros para poder tener mejores precios y condiciones.
La teoría es esa, pero luego hay que tener poder de negociación, estar por la labor y ¡¡¡qué cojones…!!! tener ganas de apretar a gente que muchas veces es emprendedora como tú y sabes que ya están haciendo un esfuerzo brutal para darte esos precios.
Soy partidario de que, si estás a gusto con alguien, fortalezcas esa relación. Fundaméntala en el cariño y en la comunicación y los resultados serán muy positivos. Aunque no os lo creáis, con el paso de los años aparecen cosas extraordinarias en las “parejas” estables 😉
Al chaval del banco le empecé tratando bajo “El Efecto Mou”. Luego bajé el pistón porque me dí cuenta que por las buenas conseguía más cosas. Y sí, las conseguí. También tuvo que ver que la situación actual de la banca no es tan crítica como la de hace unos años.
Hace unos días nos empezaron a cobrar unas cuantías en conceptos que no habíamos acordado. Tuve que decidir si aplicar el “El Efecto Mou” o tirar de mano blanda. Como me sucedió varias veces me mosqueé. Me pilló cruzado y utilicé la primera variable. Error. Me desgasté en una “batalla” por un pequeño puñado de euros… ¡También me pagan por ello!, pensé. A día de hoy no los he recuperado.
Pasados unos días creo que debería haber seguido con nuestra filosofía y seguramente el tema hubiese llegado a buen puerto.
Al final… ¿Qué logré con el método “agresivo”? Con el método de la bronca y el reproche. Nada. Bueno sí… 3 correos electrónicos enviados sin obtener respuesta y un desgaste de mi imagen personal bastante importante.
Mi moraleja como emprendedor del capítulo de hoy es que:
- Sé selectivo en tus conflictos.
- Valora si vas a necesitar, en el futuro, a las personas con las que vas a confrontar.
- Analiza el desgaste que le va a suponer tanto a tu persona como a tu empresa dicha confrontación y si eso os va a penalizar económicamente. Ponlo en una balanza y decide. Nunca en caliente.
- Trabaja el largoplacismo.
- Ten muchísima mano izquierda.
¡Hasta la próxima!