[StylER of Life] Llega el otoño, y es tiempo de monte y rutas. Considero que todas las estaciones tienen su encanto, pero soy de las que si me das a elegir entre mar y montaña, me quedo con esta última.
Me fascinan la sensación de inmensidad que de monte, sus colores y sonidos. La desconexión de esos ambientes, y el buen rollo de la gente que se dedica a esta práctica. Si eres amante de este mundo, sin duda habrás pasado por los Picos de Europa. Y sino eres un aficionado a la montaña, te recomiendo que pruebes, tienes muchas posibilidades de engancharte.
En el “StylER of Life” de esta semana nos vamos hasta Sotres, uno de esos pueblos con encanto. Un fin de semana “aislados” del mundo, haciendo rutas por sus alrededores. Probarlo como terapia, os aseguro que funciona.
Llega la temporada de las rutas de montaña. Los fines de semana de caminatas. Que mejor sitio para empezar la temporada que en Sotres.
Sotres es un pueblo situado en el concejo asturiano de Cabrales, considerado por muchos el pueblo más alto de Asturias. se encuentra a 1.050 metros de altitud. Es magia para los amantes del paisaje y la montaña, pues es el inicio de muchas rutas para acceder a los siempre impresionantes y atractivos Picos de Europa.
En el “StylER of Life”, os cuento como pasar un fin de semana en Sotres: rutas, alojamientos, el pueblo… Dos días en este maravilloso enclave, donde sus paisajes y sus gentes te llevan a otro mundo.
El primer día hicimos la ruta SOTRES-ÁLIVA-EL CABLE. Es una ruta relativamente sencilla, que transcurre por una pista señalizada. Su única dificultad podría estar en su distancia, ya que ida y vuelta son 24 km.
Comienza en las cercanías de Sotres, en un lugar conocido como los Invernales del Texu.
Hasta allí se puede acceder en coche por una pista, pero cuidado si el coche tiene los fondos muy bajos. Si no, se puede aparcar en la entrada del camino, lo que se conoce como la Curvona, y hacer este tramo caminando.
Una vez aquí comenzamos la ruta, con un paisaje precioso que combina la pradera con la alta montaña.
Os voy a confesar, que a pesar de estar la ruta perfectamente señalizada… nos perdimos.
Al llegar a una loma con los carteles, hay dos 3 señalizaciones: Sotres, que es de donde venimos, Espinama y El Cable.
Pues interpretamos que El Cable era a la derecha, en vez del centro. Justo donde os señalo en la foto, es por donde no se debe de ir. Para seguir bien la ruta, hay que ir por el centro.
La verdad es que tuvimos mucha suerte, Nos encontramos con una rutas muy chula, (una pena la niebla, porque no te deja apreciar todo el paisaje), mucho más de montaña, y el con el río a su paso, que siempre deja unos paisajes muy vistosos.
Nos guiamos sobre todo por la intuición, siguiendo los caminos y pistas que nos fuimos encontrando. Habíamos hecho nuestros propios hitos (esos montículos de piedras que se ponen para señalizar el camino, o sea las miguitas de pan de Pulgarcito), por si teníamos que dar la vuelta, cuando apareció la roca con las rayas amarillas y blanca, que no indicaron que habíamos vuelto al camino.
Siguiendo al pista llegamos al Cable, donde se encuentra el teleférico de Fuente Dé, con una estupenda terraza en el bar, con unas vistas impresionante, siempre que te lo permita la niebla, que eta vez no fue nuestro caso.
Hicimos la bajada por el “sitio oficial”, y nos encotramos las hermosas praderías de Áliva, uno de los lugares más bellos del Parque Natural de Picos de Europa. Pasamos por delante del Chalet Real.
Fue inagurado en el verano de 1912, para albergar las cacerías del Alfonso XIII. Es una casa prefabricada, traída en su día de Inglaterra, que tenía el honor de ser la primera construcción de esas características en emplearse en España. A día de hoy no debe venir nadie a visitarla, pero la verdad es que se encuentra en perfectas condiciones.
Llegamos a Sotres, y nos alojamos en el albergue.
Os comento que está fenomenal. Cuenta con la planta baja, zona común, donde se encuentra el comedor, en el que si quieres te dan desayunos y también preparan bocadillos para llevar.
En la primera planta están las habitaciones con literas más “rollo” albergue, fenomenal para si se va en grupo. Aunque como podéis apreciar en la foto están separada por paredes, y con cortina, que te permiten tener algo de intimidad.
En las segunda planta son habitaciones de 2 o de 4, con baño en la propia habitación (este tipo de habitaciones salen por 16 euros).
Después de una buena ducha, toca paseo por el pueblo. Caminar entre sus callejuelas, y contemplar sus viviendas, que conservan los patrones de la arquitectura tradicional de la montaña, aguantando los duros inviernos que sufre año tras año esta aldea.
Pueblo pintoresco donde sus casas de colores, los vehículos agrícolas, y otro tipo de destalles no urbanitas captará toda nuestra atención. Incluso puede ser habitual que hasta te encuentres ganado por la calle. Como telón de fondo, esas paredes de roca, de las que no puedes quitar la vista, porque son auténtica maravilla de la naturaleza.
La oferta de bares para un pueblo de unos 200 habitantes es amplia, pero os recomiendo ir a tomar una tapa de queso o una cerveza a casa de Ana“La Gallega”.
Es un bar-tienda, que lleva acogiendo a la gente del pueblo y a los visitantes desde 1967. Allí puedes desde comer, y llevarte el auténtico Queso Cabrales, a comprar recuerdos y souvenirs, o calcetines, guantes, gorros y jerseys que la misma Ana teje en directo, con auténtica lana virgen. Además podrás sacar cualquier tema de conversación con ella, que no te dejará indiferente con sus conocimientos.
El segundo día en este paraíso rural, nos fuimos a hacer la SUBIDA AL PICU BORU. Se sale desde el mismo pueblo, y no tiene pérdida porque el sendero y los hitos, van marcando perfectamente la ruta.
Un paisaje de postal, con los colores típicos del otoño, que solo la naturaleza puede sacar, un cielo azul, y una vistas indescriptibles, te acompañan todo el camino.
La ascensión, es bastante asequible, pero tampoco es un paseo. Merece la pena subir a los 2.129 metros los que se alza majestuoso el Picu Boru, porque las vistas que deja son realmente imponentes.
Si todavía seguís con fuerza se puede continuar la ascensión. Por la zona hay un montón de rutas marcadas, sin problema de pérdida. El camino sigue siendo impresionante, y si te acompaña el sol, el chute de energía es máximo.
Subimos de altitud, y van apareciendo nuevos compañeros de camino. Los rebecos nos vigilan, para que nos invadamos y dañemos su hábitat natural.
Silencio, luz, aire puro: Parque Natural de Picos de Europa.
Seguimos el ascenso un rato más. No sé exactamente a qué monte llegamos, el GPS ponía Cillórigo de Liebána, así que nos habíamos adentrado en tierras cántabras.
Fuera donde fuere, estábamos en las nubes.
¡¡¡ Cosas que no se pagan con dinero!!!
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Qué parajes más bonitos, me encanta la montaña
Bss
Un pasada! Esa zona es espectacular! Un beso ?