[StylER of Life] Después de la “resaca” de “La gran boda astur-americana” tocaba un poco de relax. Así que aprovechando la estancia en Ribadesella,  nos fuimos hacer  “turisteo”.

Pasé 6 años de mi vida  en Llanes, así que esta parte de Asturias la tengo “bastante trabajada”. Aún así, no deja de embelesarme cada vez que la visito. Es una zona del Principado que tiene algo especial, que te engancha cada vez que la visitas.

En el “StylER of Life” de esta semana, os quiero enseñar esta villa marinera, que aunque seguro que todos la conocéis por el Descenso Internacional de Sella, tiene muchos más encantos que mostrar.

El primer sábado de agosto (siempre que caiga después del día 2), Ribadesella toma protagonismo, y se deja ver al mundo a través del Descenso Internacional del Sella. Si bien es un acontecimiento deportivo de importante renombre mundial, el concejo asturiano, también adquiere fama por la parte lúdica que acompaña al evento.

El pueblo es “tomado”, prácticamente ya desde el jueves. y parece increíble que pueda caber tanta gente por las calles.  Y tantas piragüas en ese río.

A los dos lados del Sella se extiende el Paseo Marítmo.

A lo largo del paseo encontraréis alicientes como los barcos y lanchas de pescadores que comparten agua con los veleros de uso recreativo. 
Las casas de colores que se mezclan las coloniales villas indianas.
Y hasta el arte al aire libre tiene su hueco con lo que popularmente se conoce con lo Paneles de Mingote: seis murales de cerámica que repasan la historia local, y no debes perderte.

Por la orilla oeste llegamos a la hermosa Playa de Santa Marina, muy conocida por los amantes de la práctica del  surf. Os recomiendo hacer el paseo al atarceder, porque deja imágenes de una belleza extraordinaria.

Al final del Paseo se levanta el Monte Corberu, un cerro que deja ver unas vista brutales de la ciudad desde las alturas. Se divisan también montes y sierras de fondo (Sierra del Sueve),  que descienden hasta el mismo nivel del mar, dando lugar a un prespectiva sublime.

Allí nos recibe  la Ermita de la Virgen de la Guía, patrona de los marineros. Por eso en la zona nos encontramos con el faro, y 3 cañones auténticos, que cuentan que en su día se usaron para librarse de piratas y conquistadores.

Bajamos para la zona del casco antiguo. 

Encontramos una zona peatonal de calles estrechas que fue declarado Conjunto Histórico Artístico. 

Sus edificios de colores se adornan con balconadas, galerías acristaladas, áticos en forma de buhardilla, fachadas donde lucen escudos nobiliarios y soportales con edificaciones de siglos atrás.
Junto a la Plaza de la Iglesia  se concentran las tiendas y locales de ocio: sidrerías y restaurantes.

Si tenéis la oportunidad de coincidir un miércoles por la zona no dejéis de pasaros por el mercado semanal. Ir directamente a la zona de alimentación, porque allí los lugareños os ofrecerán, recién recolectados, los productos de la comarca: hortalizas, “fabes”, castañas,  quesos, dulces de manzana o la harina de maíz para que os hagáis unos buenos tortos.

No podéis marcharos sin pasar por el barrio de Portiellu, una de las zonas más bonitas y desconocidas de Ribadesella.

Además desde el verano pasado cuenta con un atractivo turístico más: “La Escalera de Colores”.

Es un proyecto de un artista local, Jonathan Hevia,  en el que han participado también tanto los vecinos, como personalidades riosellanas.
Cada uno de ellos ha dejado una frase llena de optimismo y significado en sus 56 escalones, que rescatando las palabras de su autor el día de la inaguración: “el objetivo es alegrar el día a la gente que se acerque por aquí”.

Nos salimos de la villa propiamente dicha, para ir visitar una de las maravillas de la madre naturaleza: La Cuevona.

La Cuevona es una cavidad natural, que es el único acceso para llegar al pueblo de Cuevas del Agua, y uno de los escasos ejemplo mundiales de cavidades que son atravesada por asfalto. Poco pueblos de España pueden presumir de tener tal fenómeno natural.

 La cueva es muy amplia, con cerca de 300 metros de recorrido, con estalactitas y estalagmitas de singular belleza.

Al final de la carretera nos encontramos con la aldea de Cuevas, que a pesar de estar sólo a cinco kilómetros de Ribadesella por su situación, le hace estar apartado del mundanal ruido, sin tráfico, lo que hace de ella un remanso de paz y tranquilidad.

Pero, estamos en Asturias y, Â¿qué no falta nunca?. 

Correcto: os “chivo” que según salís de la cueva a mano derecha, está el bar donde sentarse a tomar  unas “sidrinas”  mientras disfrutamos del paisaje que nos rodea.

¡¡¡ Asturias Paraíso Natural!!!

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